El último día de San Valentin no fue un día cualquiera. No solo fue el día de los enamorados. Para mi fue un recordatorio, que va creciendo. Un recordatorio de que por 24 años no recibí un "te amo" sincero. Que no pude celebrar este día u oponerme a hacerlo. Que aunque no crea que un día sirve para demostrar el amor, si creo en los instantes en donde dos palabras, un gesto o un símbolo se transforman en el lazo invisible que diferencian a las parejas felices de las que por costumbre hacen algo el 14 de febrero. Miles de veces me dijeron que soy utópica en el amor, porque no me gusta enamorarme, no creo en el enamoramiento, me opongo a el, porque es el estadio mas tonto en que puede caer una persona. Enamorarse es ilusionarse, es idealizar, es ver solo lo bueno de la persona. Y es ahí, cuando las parejas se terminan, porque al conocerse, no es lo que esperaban, e intentan cambiar algo que no tiene que ser cambiado. Por eso, yo creo en amar/querer aceptando lo buen