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Cuando cerrar una puerta, te abre la mente


Hace una semana ella necesita decir lo que le perturba, sacar afuera eso por lo que todavía llora a veces. Esta vez no basta con escribirlo, ni siquiera quiere publicarlo, necesita expresarlo de manera distinta. Hacer que ese dolor desaparezca. Que esas preguntas que tiene y la torturan sean respondidas. Dejar de suponer cosas e imaginarse una historia que probablemente no es así. Necesita aprender a superar la negación constante que tiene y por la cual muchas veces termina eligiendo tan mal a las personas con quien compartir su tiempo.

Pero también sabe que esto que sentia es un acumulado de otras situaciones en que se se sintió silenciada, en donde no tuvo voz ni tampoco recibió respuestas u otras voces que intentaran explicar eso que tanto le costaba entender. Lo que decidió fue enfrentar por última vez a esta persona cuyo costo de oportunidad terminó siendo muy alto. Lo que necesitaba era un cierre frente a frente. Poder sacarse la máscara y poder decir lo que en otros momentos escribiría. Ser valiente una vez más. Arriesgarse por amor, pero no por otro, esta vez, por amor propio.

Siempre estuvo en desventaja, pero ese día tenía mucha información para sentirse distinta, ser ella la que tenía el poder de terminar de una vez por todas el circulo vicioso en el que gira hace un par de meses. Sabía las razones, y no le costó darse cuenta que algo así jamás lo podría aceptar. Se sentía orgullosa de mantenerse fuerte incluso ahora en donde su vida se desmorona un poco.  

Como siempre, tuvo que tomar la iniciativa para hacerlo, con la diferencia que esta vez estaba convencida que realmente le haría bien. Hace años lo tendría que haber hecho con cada una de las personas con quien terminó su relación por medios electrónicos, por quienes sintió algo sincero y que a la vez, fueron desvastadores para ella. Todos eran iguales, lo suficientemente cagones como para dar la cara. Le sorprendió que este al menos tuviera el coraje de querer juntarse, incluso, por como habían terminado las cosas.

Como no podía ser de otra manera, por varios días se complicó poder concretar ese encuentro, era a ella a quien se le cruzaba todo para no poder llegar a tiempo. Hasta ayer, que luego de discutir por un rato, el accedió a esperarla casi una hora después de lo acordado. Por primera vez después de tanto, ella se sentía con confianza en si misma, se levantó así, y lo fue reforzando a lo largo de todo el día. Se sentía fuerte, estaba bien consigo, y por sobretodo, tranquila. 

Cuando vió el auto doblar la esquina, el corazón se le aceleró un poco, pero al abrir la puerta y verlo supo que todo estaba bien, y que por suerte estaba preparada para decir un adiós definitivo. Sus latidos se tranquilizaron y todo se volvió paz en su interior. Ella empezó y terminó la conversación. Entre medio hubo muchos momentos exaltantes, incómodos, pero ningún silencio. Había practicado tantas veces lo que pasaría si se daba la situación, y era tan intenso lo que sentía que las palabras comenzaron a salir solas. 

A medida que empezó a hablar, el peso en sus hombros se achicaba, desvanecía, el dolor de cabeza se fue, y por fin se empezaba a sentir muy bien. Poder mirar a los ojos y decir su verdad y escuchar la de él se transformó en una de las charlas más tristes pero de las mejores que pudo llegar a tener con ese amor perdido para siempre. Por fin, ella pudo verlo tal cual es: inseguro y vulnerable. Lo descubrió, porque él también dejó que ella entrara a su corazón nuevamente, que pudiera entender que en su caso, no es que las mujeres son incompletas, o que necesite varias para llenar algo, sino que en realidad el incompleto es él, está vacio, hueco, hasta reconocer que le toca solucionar y cambiar eso para no lastimar a nadie más. 

Aunque él siempre tiende a ser egoista y querer demostrar que tiene razón en todo, ayer ella vió en sus ojos la preocupación que sentía de verla mal por las cosas que le hizo. Su cara ya no sobraba la situación, ni su arrogancia se hizo ver, le mostró otra versión y que realmente le importaba la imagen que ella tenía de él, dandose cuenta que no podía reprocharle nada a esta mujer que tenía enfrente, porque simplemente, ella no hizo nada para lastimarlo y por suerte, tuvo el coraje de aceptarlo y decirselo en el momento. 

Inesperadamente, le agarró la mano y pidió perdón, la abrazó muchas veces. A ella le costaba aceptar esos abrazos, estaba reacia a acercarse, pero a medida que pasaba el tiempo, el enojo fue desapareciendo y estuvo maś abierta al diálogo. Todo aquello que no la dejaba dormir tranquila había desaparecido para su suerte. 

Había dicho todo, ya no tenía nada más atragantado, ni guardado, y fue ahí cuando se dió cuenta que lo había soltado, lo estaba dejando ir, sanamente. De una vez por todas, había hecho lo correcto y podía sentir lo que es poder tener una conversación madura y que sin duda se transformó en superadora. 

Hay detalles que decidió guardarselos, momentos que sin duda los va a recordar y que a pesar de las circunstancias hubo muchas palabras que él le dijo, que demuestran que tan mal no esta haciendo las cosas, y que sin dudas su manera de amar no es la equivocada. Ver sus ojos brillosos pidiendole sinceramente perdón y agradeciendo su si, fue la respuesta y cierra que ella necesitaba. 

Confirmar que no fue la única que tuvo alguna clase de sentimientos fue inesperado, pero gratificante, de todo lo malo que paso en este tiempo, sentir y saber que el otro también sintió, sin duda no es malo. La hizo sentir viva y le demostró que en algo si estaba equivocada, no fue solo un número más. Podrá ser verdad o mentira, pero le pareció bien sentirlo de esa manera. 

Se bajó del auto con una sonrisa y se mantuvo asi por el resto del díaa. Alcanzó la paz que tanto buscaba y por fin pudo salir de una relación lista para avanzar. No hay más dudas, ni preguntas, ni bronca que expresar. Todo fue dicho y ya no hay nada por lo cual volver a ese pasado, porque a decir verdad, ya no tiene más nada que pensar. Ahora sabe lo que es un cierre, no le fue fácil, fue muy duro, triste pero gracias a eso pudo sentir que era el fin. Hoy se levanto pensando que hay algo que la levanta, y es saber que por fin puede poner un real punto final a una de sus historias. Ahora tendrá que ver que hacer con el resto de ellas. 

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