El sábado era la oportunidad de averiguar si esa noche de verano, en el campo, alrededor de una fogata, mirando las estrellas fue solo un momento fugaz, o después de las últimas señales, quizás quedaba una oportunidad más de cruzarse con ese chico que desde el primer momento que lo vio le gustó.
Estaba todo listo, la habían invitado con el tiempo suficiente para convencerse que no era una invitación común y corriente. De solo pensarlo, le daban cosquillas en la panza, por ese presentimiento de que nada puede salir mal, que todo pasa por algo, y que quizás esa noche se podría parecer a una de película, aunque sea por unas horas.
Ese día estuvo impaciente toda la tarde, se fue a comprar ropa, se miró al espejo y trató de ganar esa confianza en ella que muchas veces le falta. Hasta el día anterior le habían pedido las re confirmación de que asistiría, con lo que más ansiedad le entraba al cuerpo. No iba a asistir al mejor espectáculo, ni ese show le cambiaría la vida, pero se había sentido incluída en algo que podría no haber estado.
Ese chico la intrigaba tanto, porque había visto atrás de su mirada, de su seguridad, el miedo que lo hacía frágil, y hasta sabía la razón por la cual todo prefiere dejarlo casual. Cuando se conocieron, no había maquillaje, ni ropa arreglada en el medio, eran ellos, descontracturados, desarreglados y un poco borrachos. El siguiente encuentro, los dos se desnudaron de muchas maneras, contaron sus historias, aquello que los marcó y por lo que ahora son como son. No hubo tabues, fueron sinceros y cruelmente honestos de sus pensamientos más profundos.
Se podría decir que eso es lo mejor que puede pasar desde el inicio, pero, cuando las inseguridades, miedos, incertidumbres son tan grandes, como el dolor que se sintió alguna vez, ser uno mismo desde el inicio es un golpe que te pone en riesgo, como así también da miedo al otro, que tiene sus propias inseguridades y faltas de confianza. Eso les pasó a los dos, confiaron en el otro como para sacar todo eso que tenían guardado, pero no tanto como para seguir con eso. Cada vez el riesgo iba a ser mayor. Perdieron el contacto, él se rindió antes que ella, que ebria le escribió un par de veces.
Pero en las últimas semanas, algún tipo de contacto volvió a surgir, y ella sabía que ese sábado era el momento en que el circulo se cerraba para siempre o se abría indefinidamente. Y eso fue lo que pasó, pero no por las razones que debían ser. A las 20 hs, después de estar con todas las cosas listas, quien la acompañaría le suspendió. Esa ansiedad se transformó en angustia, incluso sin poder explicarlo, ella tenía una ilusión, de la cual no era conciente hasta ese momento, en que el plan se cayó.
Por un instante se rindió, y después se dió cuenta que realmente quería estar en ese lugar, más de lo imaginado. Buscó entre todas las personas que la podrían acompañar, sin éxito. En ese momento, entendió que para muchas cosas sigue sola, aunque este continuamente rodeada de gente, que simplemente debe tener el valor de hacerlas sola, aunque parezcan descabelladas. Lloró, y se tiro en su cama, el corazón le pedía que se animara a ir, pero su cabeza orgullosa y miedosa no se animó. Para lo único que encontró valor fue para ir sola al cine, despejar la mente y reír un rato.
A la madrugada, recibió un mensaje "Pensé que hoy te veía", y claramente fue el mensaje que tanto temía recibir. Era la confirmación de que todo ese presentimiento era real y que no fue. Con eso, su mente y su corazón supieron que el ciclo se cerraba, aunque en los posteriores mensajes no se dijo nada de eso. A los dos días, él la eliminó de todas la redes. La oportunidad existió, y ella por no tener alguien que se lanzara a la aventura para acompañarla, la perdió. Ahora sabe que la próxima vez, depende solo de ella, de arriesgarse, aunque nadie la entienda, o la quieran acompañar.
No puede esperar que otros hagan lo que ella haría o hizo para que se arriesguen por alguien, que aunque fuera un golpe contra la pared, lo mismo estuvo presente para secar las lágrimas asegurando que eso era mejor que las dudas del "que hubiera pasado si". Siempre estuvo al lado de su gente para que nos les pasara lo que le pasó a ella ese sábado, que no tuvo la chance de volver a mirar esos ojos que le trasmitieron algo por lo que quería tirarse a la pileta, aunque después de todo no hubiera agua.
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