"Si seguimos haciendo lo que siempre hemos hecho,
continuaremos obteniendo los mismos resultados que hasta ahora.
Para obtener resultados diferentes, hay que hacer cosas diferentes"
Albert Einstein
Escuche muchas veces esa frase, me parecía correcta, pero no me significaba nada. Hace un tiempo la volví a leer en alguna red social, y tomo significado para mi. Mientras estas "conforme" con lo que te toca vivir, los cambios no son importantes, o al menos no vamos por ellos de manera irracional, nuestra zona de confort nos mantiene en ese soma de "estabilidad" que nos parece que está bien. Pero, ¿que pasa cuando toda esa estabilidad se derrumba?, ¿que pasa cuando el futuro que armamos desaparece? Aparecen nuevos dilemas, y preguntas a resolver.
Vivo de las crisis personales, quizás sea lo único constante que tengo en mi vida. Eso y hockey. Por todo entro en crisis, por mi trabajo, por mi carrera, por mi familia, por mis relaciones amorosas, siempre son crisis, caos, lágrimas, enojo, bronca. Las anteriores, algunas mejores que otras, me dejaron aprendizajes, pero la última, me dejó algo mejor que eso, me regaló cambios reales. Ahí entra en juego la frase del principio. Me propuse que esos cambios sean mantenidos para resultados distintos. ¿FÁCIL? Por supuesto que no, pero son posibles, al menos me deja con la esperanza de que va a funcionar.
La primera vez que decidí tenerlo en cuenta, fue cuando reaccioné que no estaba lista para las citas, ni para pelotudos nuevos. Al principio, después de una ruptura, uno cree que llenando el vacío que quedó es como se supera a los fantasmas del pasado. Mi experiencia pasada dice lo contrario, estuve unos 4 años de relaciones constantes, terminaba con uno e inmediatamente empezaba a tener citas de nuevo, y por lo visto, no funcionó. Desde que corté, en febrero, me propuse a no tener citas, ni empezar a hablar con alguien de manera constante, ni engancharme con nadie, ni acostarme con nadie, hasta que no esté segura que vale la pena. Cuesta mucho, pero lo vengo cumpliendo.
Tuve una cita hace un par de semanas, sorprendentemente fue un divino el pibe, me cocinó, hablamos como si nos conocieramos de toda la vida, hubo consejos, risas. Valió la pena aceptar, hasta que dijo las palabras mágicas para que yo desaparezca: "Hasta los 30 no quiero nada serio, solo echar moco", todo lo lindo de la noche se me bajó en picada, no porque me hubiera imaginado casándome con él, si no porque ya no busco "echar moco", no me interesa. No quiero ser un objeto descartable, no quiero sentirme usada y tirada, como en definitiva fueron mis relaciones anteriores. Obviamente, él aspiraba que pasara algo más que solo hablar. Cosa que no pasó. Tuve la suerte, la dignidad y el amor propio necesario para decir que no pasaría nada más y que me tenía que ir. Jamás me sentí tan bien conmigo misma, subiéndome a un taxi, sin mirar atrás, y sabiendo que por fin me estaba haciendo feliz.
Esta semana, cuando hablábamos del tema con una amiga, me preguntó porque había decidido hacerlo, y mi respuesta fue: "si quiero resultados distintos, tengo que hacer cosas distintas", y ahora tengo la convicción de que es así. Uno siempre le echa la culpa a los otros por los dolores que nos generan, por los problemas con los que tenemos que lidiar, pero muchas veces nuestro repetitivo golpe contra la pared, se hace costumbre y no sabemos hacer otra cosa,
más que abollarnos el corazón.
Decidí hacer un paso al costado y en vez de chocarme con la pared, poder pasar por la puerta abierta que me esta regalando la vida, y seguir avanzando. Sola, pero al menos con la frente en alto, y con la esperanza de que decisiones distintas me van a traer los cambios que necesito.
La primera vez que decidí tenerlo en cuenta, fue cuando reaccioné que no estaba lista para las citas, ni para pelotudos nuevos. Al principio, después de una ruptura, uno cree que llenando el vacío que quedó es como se supera a los fantasmas del pasado. Mi experiencia pasada dice lo contrario, estuve unos 4 años de relaciones constantes, terminaba con uno e inmediatamente empezaba a tener citas de nuevo, y por lo visto, no funcionó. Desde que corté, en febrero, me propuse a no tener citas, ni empezar a hablar con alguien de manera constante, ni engancharme con nadie, ni acostarme con nadie, hasta que no esté segura que vale la pena. Cuesta mucho, pero lo vengo cumpliendo.
Tuve una cita hace un par de semanas, sorprendentemente fue un divino el pibe, me cocinó, hablamos como si nos conocieramos de toda la vida, hubo consejos, risas. Valió la pena aceptar, hasta que dijo las palabras mágicas para que yo desaparezca: "Hasta los 30 no quiero nada serio, solo echar moco", todo lo lindo de la noche se me bajó en picada, no porque me hubiera imaginado casándome con él, si no porque ya no busco "echar moco", no me interesa. No quiero ser un objeto descartable, no quiero sentirme usada y tirada, como en definitiva fueron mis relaciones anteriores. Obviamente, él aspiraba que pasara algo más que solo hablar. Cosa que no pasó. Tuve la suerte, la dignidad y el amor propio necesario para decir que no pasaría nada más y que me tenía que ir. Jamás me sentí tan bien conmigo misma, subiéndome a un taxi, sin mirar atrás, y sabiendo que por fin me estaba haciendo feliz.
Esta semana, cuando hablábamos del tema con una amiga, me preguntó porque había decidido hacerlo, y mi respuesta fue: "si quiero resultados distintos, tengo que hacer cosas distintas", y ahora tengo la convicción de que es así. Uno siempre le echa la culpa a los otros por los dolores que nos generan, por los problemas con los que tenemos que lidiar, pero muchas veces nuestro repetitivo golpe contra la pared, se hace costumbre y no sabemos hacer otra cosa,
más que abollarnos el corazón.
Decidí hacer un paso al costado y en vez de chocarme con la pared, poder pasar por la puerta abierta que me esta regalando la vida, y seguir avanzando. Sola, pero al menos con la frente en alto, y con la esperanza de que decisiones distintas me van a traer los cambios que necesito.
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