Hoy se levantó con muchas ganas de escribir, sobre tantos temas. Lo intentó, hizo diversos borradores. Todos quedaron en la nada. Sabía que algo la perturbaba, que necesitaba sacar afuera, pero no descifraba que era, ni como controlarlo.
Una vez en la cama, a la noche, con la compu y todas las redes sociales abiertas, despues de terminar de ver un episodio de una serie ultra `girly´ (de esas que tratan de millonarios que consiguen lo que quieren y a quienes quieren), decidió abrir su cuaderno de garabatos, donde escribe todo lo que le viene a la mente, desde palabras sueltas hasta nombres de canciones e historias que crea, y así revisó el listado de temas de los que quería escribir cuando tuviera un tiempo. Llegando al final de esa hoja, el corazón le empezó a latir distinto, y era porque había encontrado las palabras que describían como se sentía: con el CORAZÓN ROTO.
Fue en febrero, cuando tomó coraje una noche, y le escribió en estado de ebriedad al chico que era su pareja, o saliente, o amigo con derecho, o lo que fuera, y se salieron de control algunas de las cosas que dijo. Fue así, que al otro día, con un poco de cobardía, releyó lo que había intentado expresar sin mucho éxito esa noche de exceso de alcohol. Y en ese preciso momento, se dio cuenta que "los borrachos tienen la razón" y que todo lo que había dicho, era lo que sentía y tanto miedo le daba expresar. Sobria, un poco avergonzada por tal espectáculo por whatsapp, decidió tomar coraje, del real, y aclarar las cosas, utilizando el mismo medio (ya que el pibe se encontraba en otra ciudad).
Pudo escribir absolutamente todo lo que sintió en ese momento, desde el gran amor que le tenía hasta los grandes momentos de tristeza que había sentido, más aún en el último mes que él estuvo lejos. Después de llorar un rato, tocó `enviar´, sintió un gran alivio, y siguió con sus cosas sin esperar respuesta. A unos cuantos minutos, empezó a sonar el celular, era un mensaje de él. Mientras decidía si lo abría o no, las lagrimas empezaron a correr por su rostro, una pelota en el estomago hizo que se tuviera que sentar. Recién cuando se sintió en condiciones, abrió el mensaje que decía: "Perdón, siempre fui claro" (haciendo referencia a que no quería una relación formal), nada más ni nada menos.
Lo que pasó después fue evidente, sintió el corazón roto en mil pedazos, no solo porque con esa contestación se daba por terminada la relación, si no porque se quedaría para siempre con ganas de escuchar algo más sincero de él, algo que le representara más, como un "pero yo no te quiero a vos" o a lo mejor un "yo también te quiero, pero...", palabras que expresaran más. Se quedó con esas ganas de un cierre sincero y honesto, en donde los dos decían lo que realmente sentían, o bien, se quedó con ganas de que le diera una razón para luchar, con una sola bastaba. Pero no, no obtuvo ninguna de las dos. Sólo un perdón, que definitivamente no alcanzaba.
Ya pasaron 3 meses y 14 días, y la sensación se mantiene muy parecida. Ella pasó por momentos de mucha tristeza, casi depresión, por momentos de bronca (aunque nunca lo pudo odiar), por momentos de resignación, por momentos de superación, por momentos de despecho, por momentos en donde se combinaban todos los anteriores, pero siempre terminaba en lo mismo, en la sensación de tener un solitario y roto corazón. Ella está mejor, volvió a salir, a hablar con chicos nuevos, retomar viejas amistades, pero todavía no puede dar un beso, ni mucho menos algo más, pero lo que más le cuesta es no pensar en él, ese chico que con un "perdón" le rompió el corazón.
Esta chica sabe que el pibe pertenece a su pasado, ya que él nunca le volvió a escribir, ni siquiera para saber como estaba, siendo que prometieron ser amigos, siempre, cueste lo que cueste. Pero algo en ella cambió en esos meses, ya no dice que NO porque piensa en él, si no que lo hace, porque aprendió a pensar en ella, y sabe que es preferible sentir solitario el corazón, antes que volver a sentir el corazón pleno, pero a un amor no correspondido, que tarde o temprano termina como en aquel febrero.
Una vez en la cama, a la noche, con la compu y todas las redes sociales abiertas, despues de terminar de ver un episodio de una serie ultra `girly´ (de esas que tratan de millonarios que consiguen lo que quieren y a quienes quieren), decidió abrir su cuaderno de garabatos, donde escribe todo lo que le viene a la mente, desde palabras sueltas hasta nombres de canciones e historias que crea, y así revisó el listado de temas de los que quería escribir cuando tuviera un tiempo. Llegando al final de esa hoja, el corazón le empezó a latir distinto, y era porque había encontrado las palabras que describían como se sentía: con el CORAZÓN ROTO.
Fue en febrero, cuando tomó coraje una noche, y le escribió en estado de ebriedad al chico que era su pareja, o saliente, o amigo con derecho, o lo que fuera, y se salieron de control algunas de las cosas que dijo. Fue así, que al otro día, con un poco de cobardía, releyó lo que había intentado expresar sin mucho éxito esa noche de exceso de alcohol. Y en ese preciso momento, se dio cuenta que "los borrachos tienen la razón" y que todo lo que había dicho, era lo que sentía y tanto miedo le daba expresar. Sobria, un poco avergonzada por tal espectáculo por whatsapp, decidió tomar coraje, del real, y aclarar las cosas, utilizando el mismo medio (ya que el pibe se encontraba en otra ciudad).
Pudo escribir absolutamente todo lo que sintió en ese momento, desde el gran amor que le tenía hasta los grandes momentos de tristeza que había sentido, más aún en el último mes que él estuvo lejos. Después de llorar un rato, tocó `enviar´, sintió un gran alivio, y siguió con sus cosas sin esperar respuesta. A unos cuantos minutos, empezó a sonar el celular, era un mensaje de él. Mientras decidía si lo abría o no, las lagrimas empezaron a correr por su rostro, una pelota en el estomago hizo que se tuviera que sentar. Recién cuando se sintió en condiciones, abrió el mensaje que decía: "Perdón, siempre fui claro" (haciendo referencia a que no quería una relación formal), nada más ni nada menos.
Lo que pasó después fue evidente, sintió el corazón roto en mil pedazos, no solo porque con esa contestación se daba por terminada la relación, si no porque se quedaría para siempre con ganas de escuchar algo más sincero de él, algo que le representara más, como un "pero yo no te quiero a vos" o a lo mejor un "yo también te quiero, pero...", palabras que expresaran más. Se quedó con esas ganas de un cierre sincero y honesto, en donde los dos decían lo que realmente sentían, o bien, se quedó con ganas de que le diera una razón para luchar, con una sola bastaba. Pero no, no obtuvo ninguna de las dos. Sólo un perdón, que definitivamente no alcanzaba.
Ya pasaron 3 meses y 14 días, y la sensación se mantiene muy parecida. Ella pasó por momentos de mucha tristeza, casi depresión, por momentos de bronca (aunque nunca lo pudo odiar), por momentos de resignación, por momentos de superación, por momentos de despecho, por momentos en donde se combinaban todos los anteriores, pero siempre terminaba en lo mismo, en la sensación de tener un solitario y roto corazón. Ella está mejor, volvió a salir, a hablar con chicos nuevos, retomar viejas amistades, pero todavía no puede dar un beso, ni mucho menos algo más, pero lo que más le cuesta es no pensar en él, ese chico que con un "perdón" le rompió el corazón.
Esta chica sabe que el pibe pertenece a su pasado, ya que él nunca le volvió a escribir, ni siquiera para saber como estaba, siendo que prometieron ser amigos, siempre, cueste lo que cueste. Pero algo en ella cambió en esos meses, ya no dice que NO porque piensa en él, si no que lo hace, porque aprendió a pensar en ella, y sabe que es preferible sentir solitario el corazón, antes que volver a sentir el corazón pleno, pero a un amor no correspondido, que tarde o temprano termina como en aquel febrero.
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